
" Hay un intento en marcha para librar al lenguaje de su incómodo espesor, un intento de borrar de las palabras todo sabor y toda resonancia, el intento de imponer por la violencia un lenguaje liso, sin manchas, sin sombras, sin arrugas, sin cuerpo, la lengua de los deslenguados, una lengua sin otro en la que nadie se escuche a sí mismo cuando habla, una lengua despoblada". José Luis Pardo.
Lo que hoy esta en crisis no es la salud mundial por el Dengue o por la gripe porcina; ni la economía por el inminente traspié del capitalismo; ni la identidad de los pueblos por la globalización, las migraciones y los mestizajes. Antes que nada lo que está en crisis es la palabra. La palabra, como parte de la lengua. No del español o del francés o del inglés u otros idiomas, sino de las distintas lenguas que pueden coexistir en una lengua, en cualquier lengua. El lenguaje no es sólo algo que tenemos sino que es casi todo lo que somos, determina la forma y la sustancia, no sólo del mundo sino también de nosotros mismos, de nuestro pensamiento y de nuestra experiencia, no pensamos desde nuestra genialidad sino desde nuestras palabras, vivimos según la lengua que nos hace, de la que estamos hechos.Y ahí el problema no es sólo qué es lo que decimos y qué es lo que podemos decir, sino también, y sobre todo, cómo lo decimos: el modo como distintas maneras de decir nos ponen en distintas relaciones con el mundo, con nosotros mismos y con los otros.